1-
Te me acercas
contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas.
Me salpicas
con espumas inundadas de misterios
de otros tiempos y distancias,
con lamentos de promesas
que perdieron sus palabras
en tus bajamares intensos…
Y yo me acerco y te salpico
sabiéndome tan pequeño,
tan desconsoladamente chico,
tan solo entre mis gentes cotidianas,
que me apabullan tus mareas,
tus olas y tus resacas.
A veces me respondes…
Pero de continuo callas y resbalas
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.
2-
Van y vienen sin cesar
desde el horizonte sin parar
bailando con el viento juntas están
bañando a la gente
de amor y felicidad…
Que entre peces y gente van sin parar
que entre el sol, el viento y la arena
se escuchan sonar
juegan con los niños que a la playa van
bañando las arenas con las que jugando están
para crear sus castillos
en la orilla del mar…
Una atrás de otra
no dejan de cesar
desde el horizonte
hasta la orilla del mar
van y vienen sin parar
bañando de felicidad
a todos los que a la playa van…
3-
Cuando el sol
acaricia el horizonte de tu cuerpo
y la brisa se esconde
a dormir en la penumbra de las dunas,
poco antes de que lo oscuro
te acune y te proteja,
en el mágico intervalo de minutos
en que el día se viste
con el negro hondo de la noche,
entonces, mi mar, entonces,
me sobran las palabras
y me hago de espuma y de salitre…
Entonces,
tus murmullos monocordes y constantes
son todo lo que quiero y lo que mamo:
y sé que soy,
y sé que siento,
y sé que vivo
en un maridaje secreto y relajado
con historias de marinos y de peces
que juntan magia en tus orillas.
Entonces,
desde esta orilla que me dieron
con fortuna y sin angustias,
dejo llorar los sentimientos
que me hermanan con el mundo
impotente y revanchista,
plácido y rencoroso,
ofendido,
soñador,
esperanzado…
4-
Pero cuando amanece
en la playa larga y solitaria,
cuando el sol comienza a acariciar
las dunas y las olas,
cuando las gaviotas y los peces
saludan jubilosos el despertar de la mañana,
entonces el mar, mi mar,
me habla de emociones contenidas
mientras mis pasos presurosos
interrumpen el cristal claro de las aguas
en las orillas de la playa.
Entonces me hago de sueños
y dejo acunar los sentimientos dormidos
en cada paso, en cada huella
de aguas y de arenas. Entonces
mi canto es un canto de peces y gaviotas,
de barcos que faenan a lo lejos,
de bancos de sardinas o jureles
que buscan su amor desesperado.
Y mis pasos, que el agua borra
pero que guarda la arena dorada,
son versos de esperanza
que voy lanzando a los vientos,
al agua, a las olas, a las gaviotas…
a todo lo que añoro y lo que amo.
5-
Escúchame mar:
ahora me voy. Me voy
pero no te dejo
porque es imposible dejar el corazón
y llevarse tan solo el cuerpo…
Me voy hacia tierra adentro
pero llevo pegado a los costados
todo tu mundo abierto de promesas
que has dejado colgadas
de mi alma mensajera.
Y llevo tus olas y la furia
de tus vientos contrapuestos,
y la sangre de tus gentes laborantes
y de las gentes que se pierden
en tu frontera maldita.
Y llevo tu magia y tus misterios,
tus colores y el ronroneo incesante
de la música de tu cuerpo
cuando choca con el aire
o cuando besa las arenas soñadoras
de las playas recelosas.
Y llevo, sobre todo y más que nada,
llevo todas tus promesas
y todos tus silencios…
Te llevo, mi mar,
hacia donde la tierra
huele y sabe a materia prometida,
donde el viento choca con las rocas
y el agua no tiene salitre
ni peces, ni algas, ni cangrejos…
Pero te llevo hasta la próxima.
Poemas de LUIS E. PRIETO
Agosto-2000