Ya hay ley competifóbica para recibir a Uber

Se habla de que ya hay conversaciones con el Gobierno para que Uber llegue a Playa del Carmen. Uber ya funciona en ciudades como Tijuana, Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, donde cuenta con aproximadamente 500 mil usuarios y opera desde 2013. Por cierto que la Ciudad de Mexico es la primera que regulará a Uber en Latinoamérica.

 

Adiós a la libre competencia

Lo que sí ya hay en Quintana Roo, es una reforma que atenta contra la libertad de pactar servicios entre particulares a través de Internet. Se adiciona el artículo 31 de la Ley de Tránsito, Transporte y Explotación de Vías Carreteras del Estado de Quintana Roo, reforma aprobada por el Congreso del estado el 22 de julio pasado. Ahora el Titular del Ejecutivo, o sea, el Gobernador le quita a los particulares el derecho de pactar de manera privada y libre por medio de celular o de Internet un servicio de transporte que deja de ser particular para convertirse en un servicio público del Estado que le corresponde al gobernador conceder o no conceder a particulares. La adición aprobada al artículo 31 Bis establece que: “No será servicio público de transporte de pasajeros el que se pretenda brindar o brinde por particulares sin la autorización del Titular del Ejecutivo (sin concesión) a que hace referencia al artículo 32 de esta ley, independientemente de que dicho servicio se haya solicitado y pactado, por medio de contrato verbal, escrito, o por medio de servicios electrónicos, informáticos, de internet, de correo electrónico, de teléfono incluyendo celulares y/o aplicaciones o programas utilizados por dichos medios. La realización de esta actividad será sancionada en términos de esta ley”. Y por su parte el artículo 32 estipula:

Artículo 32 “Para la prestación del servicio público de autotransporte será necesario contar con la autorización del Ejecutivo del Estado mediante concesión. La citada concesión establecerá los requisitos que señalen los reglamentos, tales como territorio de operación, horarios, tarifas y modalidades que la misma autoridad fije”.

Se trata de una reforma antiliberal porque lamentablemente va en sentido contrario a la libre competencia y vulnera la libertad de uso de las nuevas tecnologías y de libre contratación entre particulares. El Estado de Quintana Roo se apropia de esta función de manera arbitraria, porque tanto Uber como Cabify han operado con gran satisfacción en la opinión de usuarios de servicio de taxis en otros estados donde el servicio se presta sin intervención del gobierno. Las quejas han provenido de parte de los taxistas para quienes la nueva competencia es desleal por no haber cumplido con el precio que para ellos implicó la concesión. En todas partes esta modalidad ha sido exitosa precisamente porque se basa en la libre competencia que mejora calidad y servicio sin intervención de gobierno o sindicato alguno y sólo atendiendo a la ley de la oferta y la demanda. Ojalá que este intervencionismo estatal típico de México, el cual está probado que el siglo pasado no nos bastó para salir del subdesarrollo, no vaya a resultar inhibitorio para la nueva alternativa de transporte  y promueva de alguna manera que los taxistas tradicionales se adapten a las nuevas formas de competencia, ya que si el Estado opta por proteger a un aliado político en contra de los intereses más generales de los usuarios y de quienes legítimamente quieren hacerse de un ingreso ofreciendo un mejor servicio, perderemos una valiosa oportunidad para democratizar la economía y también para mejorar el servicio de taxis.

¿Qué es Uber?

Uber es una empresa de las nuevas tecnologías fundada en San Francisco por Travis Kalanick e identificada con la llamada economía compartida, un nuevo modelo de negocio que usa software para “facilitar el intercambio de bienes y servicios entre los particulares”, según la definición de Tim Bradshaw del Financial Times. Uber, al igual que otras como AirBnB, FlightCar y PeoplePerHour, es beneficiaria del salto tecnológico que ha generado cambios de vida posibilitados por el uso masivo de Internet. Este salto tecnológico está cambiando también la manera de emprender, lanzando un desafío a industrias y empresas establecidas según modelos anteriores a la revolución tecnológica de nuestro tiempo. Para muchos la disyuntiva será adaptarse o desaparecer.

Actualmente la aplicación Uber funciona en 120 países. Ha sido prohibida en algunos como Inglaterra, Francia y España donde se han presentado resistencias por parte de los taxistas tradicionales.

Entre las críticas que se han hecho a Uber está la de que sólo es un nuevo modo de trabajar a la hora que uno puede o necesita, a cambio de un precio bajo. Pero trabajar para ganar dinero en las horas que uno tiene libre, es muy atractivo. En efecto, en Uber lo que se contrata es un chofer privado y permite al usuario calificar su servicio desde la aplicación.

Uber posibilita ordenar el servicio mediante el celular. Tiene como ventaja ofrecer un chofer para viajar en automóviles del año como Audi, Mercedes-Benz o BMW con WiFi. Además hay algunos extras como agua de cortesía y música agradable. Ofrece mayor seguridad pues aparecen los datos del chofer y permite rastrear la unidad por GPS. Se paga con tarjeta de crédito desde el celular.

Más ejemplos de Economía Compartida

Otra exitosa aplicación es AirBnB, la cual permite rentar casas o apartamentos en cualquier ciudad del mundo. En Nueva York, esta aplicación ya causó molestias en la comunidad hotelera debido a que estaba reduciendo considerablemente la demanda por cuartos de hotel gracias a su innovador modelo de negocio. Con una valuación también cercana a 10 billones de dólares, la compañía fundada por Brian Chesky permite a las personas obtener un ingreso extra rentando recámaras adicionales en su apartamento, o rentando su departamento o su casa mientras no están, además de permitir a los viajeros hospedarse en lugares increíbles a buenos precios durante sus vacaciones. Además, AirBnB facilita el intercambio social, incrementando la red de contactos en todas partes del mundo.

También tenemos como ejemplo de economía compartida a FlightCar, creada en California, con la que los viajeros pueden rentar su automóvil y recibir dinero, en lugar de gastar estacionamientos del aeropuerto, los que siempre son más caros y por el lado de quien lo renta la ventaja estriba en conseguir una auto más barato o hasta de mejor calidad.

NowiStar y PeoplePerHour son otras plataformas por la que se puede compartir habilidades y talentos a una hora convenida, sin tener que recurrir a intermediarios como escuelas, instituciones o agentes artísticos. El rasgo distintivo es que facilita el emprendimiento y la innovación entre los particulares para obtener ingresos, compartiendo lo que uno tiene como activos o sabe hacer.

Uber en la Ciudad de México

Pero Uber llegó a la ciudad de México, la capital de un país donde no existe la tradición de libertad económica que hay en otros países, sino la consabida “rectoría económica del Estado”, enfoque propio de una ideología estatista, incompatible con la libre competencia.

Lamentablemente el Congreso de Quintana Roo, aún antes de la llegada de Uber, procedió a reformar la legislación por lo que ahora el Estado arbitrariamente se ostenta como dueño del servicio de transporte usurpando el derecho natural de los particulares para acordar libremente y faculta al gobernador para concesionar lo que de otra manera quedaba en la esfera de libertad económica de los quintanarroenses. En el Distrito Federal se optó por regular a Uber mediante un reglamento que no es formalmente una ley, sino un acto administrativo. (Véase https://goo.gl/ErJOo7) Pero lo que se hizo en Quintana Roo fue una acción de mayor envergadura porque se trató de un acto no sólo material, sino formalmente legislativo, pues la reforma fue aprobada por el Congreso ya es ley tanto formal como materialmente.

 

Uber ya no será opción de libertad, sino favor concedido

Uber y la economía compartida son una nueva tendencia de negocios que usa la libertad que ofrece Internet, circunstancia que ha permitido un nuevo género de start ups, que sirven al usuario ya sea para ahorrar o para obtener un servicio de mayor calidad. La ventaja también es que democratizan la economía, permitiendo ampliar la actividad para usar horas muertas o poniendo a producir los bienes que la gente posee. Su característica principal es que es un negocio entre particulares iguales y libres que ponen precios de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda. Los choferes se esfuerzan para dar un mejor servicio a buen precio. Esta es la norma de la competencia donde no hay necesidad de ninguna intervención que artificialmente regule el precio del servicio. Pero en Quintana Roo, Uber sale de la esfera de libertad de contratar entre particulares para pasar a ser una función del dominio del Estado y los emprendedores quedarán a merced de los políticos que tendrán la potestad de decidir a quién conceden tal privilegio. Un signo muy ominoso para el futuro de la economía compartida.

Ningún régimen de concesiones, o lo que es lo mismo de privilegios, sirve a los consumidores, sino al político que otorga o mantiene la concesión, la que además obviamente cuesta y seguirá costando dinero a los prestadores de servicio, dinero que va a parar a un Estado voraz e insaciable, a una burocracia que no le agrega valor al producto. Los beneficios son para el gobierno y la garantía de exclusividad para sus aliados políticos. De un gobierno al que le importan más sus ingresos que los de los particulares. Con una burocracia que no aporta nada al producto pero donde están colocados los amigos dispendiosos. Y mucho menos le importa al gobierno la salud de la economía de los contribuyentes y los emprendedores que sí arriesgan su dinero y sueñan con ganarse la vida aportando un beneficio para la sociedad.

Una ley competifóbica

Es muy lamentable que en Quintana Roo, en lugar de darle la bienvenida a un recurso como UBER que favorece la sana competencia y con ello aumentar oferta y calidad del servicio de taxis, la partidocracia que no nos representa en la Cámara de Diputados, sino que se representa a sí misma y a sus intereses económicos y políticos, inmediatamente sale al paso con una ley competifóbica para inhibir la libertad ciudadana, que esto es lo que representa la adición al artículo 31 de la Ley de Tránsito de nuestro estado, cuyo artículo 31 Bis, la adición votada por nuestros legisladores, resulta ser una disposición destinada a impedir que los consumidores se beneficien de una auténtica libre competencia. Qué lamentable que no tengamos legisladores que piensen en los consumidores, o que sepan que la libre competencia nos beneficia a todos —incluso al gobierno que en una economía próspera puede recaudar más impuestos — y que en lugar de ello insistan en hundirnos en el estatismo corrupto, corruptor y partidocrático donde no puede nadie hacer negocio si no se mocha con los dueños de las autorizaciones.

Sólo resta insistir en que el régimen de concesiones no pertenece a una economía de libertad para los ciudadanos, sino a un régimen de preferencias, de favores y proclive a la corrupción. Ha sido el eje de un estado de privilegios alejado de un genuino Estado de Derecho que es lo que más conviene a la salud de la economía de la gente.

 

Más sobre la adición al artículo 31 de la Ley de Tránsito, Transporte y Explotación de Vías Carreteras del Estado de Quintana Roo: https://bit.ly/1eOK4vv

Sobre la evolución de servicio de taxis tradicional en el caso de la Ciudad de México y la irrupción de Uber: https://www.sinembargo.mx/29-03-2015/1294593

 

 

Noticias Playa del Carmen

Acerca de Rosa Maria de la Peña

Doctora en Derecho por la UNAM. Profesora de Filosofía del Derecho, fundadora de las Cátedras de Ética Jurídica y Ética y Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la UNAM. Autora de libros de apoyo académico. Obras publicadas por UNAM, Porrúa Hnos, Gernika y otras editoriales. Ganadora del 1er lugar del III Premio de Ensayo en Filosofía Política convocado por la Revista Perfiles Liberales y Fundación Friedrich Naumann.

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