Si eres playense, seguro sabes que cada año, durante el verano, arriban decenas de tortugas marinas a las costas de la Riviera Maya para desovar y enterrar sus huevecillos en la arena. Este 2019, solo aquí en nuestro municipio, se han registrado más de seiscientos nidos y en todo el estado, cerca de 11,500. En Xcacel-Xcacelito, el santuario más importante en la región, ya se han liberado más de nueve mil tortugas bebés.
El Caribe mexicano ha sido hogar de estas maravillas marinas desde que se tiene registro. En los siglos diecisiete y dieciocho, según bitácoras que se conservan de los marineros de aquél entonces, en ciertas temporadas, el mar se poblaba de estos milenarios omnívoros, había grupos tan numerosos de tortugas que dificultaban o hacían imposible la pesca con redes.
Hoy llegan a nuestras costas grupos mucho más pequeños de las especies Caguama, Blanca y Carey principalmente. De las ocho especies que hay, siete suelen anidar en las costas de México y entre tres y cinco especies vienen a playas caribeñas.
Las tortugas marinas son fascinantes, viven de 150 a 200 años en promedio y llegan a pesar 300 kilos. Algunas son más veloces de lo que pudiera pensarse, se desplazan entre los 25 y 35 kilómetros por hora. Hacen recorridos muy largos para encontrar el lugar idóneo para desovar. No debe tener vegetación ni estar demasiado cerca del mar. El sargazo que muchos hoteleros esconden en la arena les dificulta el proceso de selección. Cuando eligen el lugar, cavan un hoyo en la arena y depositan de cincuenta a cien huevos que luego cubren cuidadosamente.
La incubación puede tardar entre cuarenta y setenta días. Durante ese tiempo, corren muchos peligros: que los huevos sean robados para comercio y consumo humano, que sean rotos por turistas, o presas de perros. Cuando salen del cascarón, cada una espera a todas sus compañeras para regresar juntas al mar. Generalmente lo hacen de noche por su propia seguridad.
El problema es que muchas especies de tortugas marinas están en peligro de extinción por la contaminación, el comercio y venta ilegal de huevos, carne y caparazones, y las consecuencias del cambio climático. Lo que aún no se sabe es si el sargazo puede ser otro factor que afecte su reproducción o crecimiento. Hasta ahora, han logrado arribar a nuestras costas y desovar a pesar del gran recale de este año.
¿Cómo podemos ayudar para su conservación?
- Cuidemos y respetemos sus nidos.
- No tiremos basura en las playas ni en el mar.
- Evitemos usar bolsas, popotes y botellas de plástico.
- No consumamos aceite, huevos o carne de tortuga.
- No compremos productos derivados de la piel o el caparazón.